Por:Eduardo Carreón Muñoz*
La Sonrisa debe ser natural, sincera y no forzada, el cinismo está de moda.
Y así, cuando todo parece imperfecto, sonríe y en ese micro segundo se hace perfecto.
Desde hace muchos años hay quienes consideran que una de las características que me definen es la sonrisa.
Y desde entonces he decidido que no sólo la sonrisa sea parte esencial de mi personalidad, sino parte estructural de mi ser.
Pero ¿qué hay detrás de una sonrisa?
La ciencia está descubriendo que la sonrisa tiene muchas más ventajas de las que podíamos imaginarnos a priori.
La sonrisa es evolutivamente contagiosa y si no, recordemos cuando éramos niños y jugábamos a mirarnos a la cara y a ver quién aguantaba antes en perder la sonrisa. Es todo un desafío a nuestro propio cerebro.
Parece obvio pero no lo es. La sonrisa en muchas ocasiones es el resultado de un estado de bienestar o placer, pero en otros casos el simple hecho de sonreír nos hace sentir mejor.
Esto nos explica por qué es beneficioso hacer sonreír a alguien que no está pasando por un buen momento y aún más interesante, cuando estamos mal nosotros, cambiar nuestra sonrisa y nuestra postura corporal nos ayuda a transformar nuestras emociones.
La sonrisa es el lenguaje universal
Nacemos sonriendo. Una sonrisa atrae las cosas positivas de la vida. Es como un imán de buen rollo tanto para las personas como para todo tipo de cosas inmateriales: suerte, alegría, etc.
Lo decía José Luis Cortes: “A veces sonreír es la mejor forma de contribuir a cambiar el mundo” y con esto quiero llegar al punto de este texto; muchas cosas hoy no pueden ser lo que buscamos porque esta larga cuarentena no ha puesto a prueba de resistencia, y quizá sin notarlo hemos dejado de sonreír y en consecuencia de sonreírle al mundo.
El poder de una sonrisa puede llegar a ser incalculable como escribe Frank Irvin Fletcher en su famoso poema “El valor de la sonrisa“. Entre otras cosas, dice: “Crea felicidad en el hogar, favorece el trato en las reuniones y la cortesía entre los amigos. Elimina el cansancio, es amanecer del desánimo, crepúsculo de la tristeza y el mejor antídoto natural para los problemas“.
Y es que como los psicólogos David G. Myers y Ed Diener han constatado, “las desgracias y los golpes de fortuna ejercen una influencia pasajera sobre el estado de ánimo, que suele regresar a su nivel habitual, como muy tarde, al año del fallecimiento de un familiar, de un premio en la lotería, de un salto profesional… o a partir de una simple sonrisa”.
Evidentemente, la sonrisa debe ser natural, sincera y no forzada (el cinismo está de moda), porque todo lo que no lleva el sello de la autenticidad, suele estar condenado al fracaso. Lo que triunfa son las sonrisas que nacen de lo hondo del corazón. Por ello, si tiene que seleccionar personal para su negocio, sobre todo si es de cara al público, busque personas que “sonrían por vocación“. Se puede enseñar a sonreír, claro sí, pero es mejor y más rápido rodearse de personas que lo hacen desde el consentimiento.
Así pues, nacemos sonriendo, lo que tenemos que hacer es trabajar para no perderla e incluso, para ayudar a otros a desarrollarla y mantenerla.
Ya lo escribía Mariano Aguirre, “Una sonrisa cuesta poco pero vale mucho. Quien la da es feliz y quien la recibe la agradece. Dura solo un instante y su recuerdo, a veces, perdura toda una vida».
En estos tiempos de transición a un nuevo mundo, nuestras sonrisas pueden definir la estructura social de este fenómeno histórico mundial; busca que tus sonrisas y específicamente las sonrisas que das a los tuyos y cercanos sean genuinas, sean sinceras, sean acompañadas de una mirada positiva que vayan sanando el alma. También esto lo puedes denominar “Educación para el Alma”. Nunca falla, todo lo negativo termina rebotando en lo que es genuino.
Nos vemos a la próxima.
Sonríe y la fuerza estará contigo.
Gracias padre.
Eduardo Carreón
Headmaster and Founder CIE
Director Ejecutivo CEVER Siglo XXI
Humano en constante construcción*
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