Por: Dr. Eduardo Carreón Muñoz*

«El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.» – Eleanor Roosevelt

Comenzamos el 2025, un año que promete ser un punto de inflexión, no solo en nuestras vidas personales, sino también en el mundo que habitamos. Estos primeros diez días han estado cargados de acontecimientos que nos invitan a reflexionar sobre el papel que jugamos en el gran tablero global. Desde la intensificación del cambio climático que exige decisiones más conscientes, hasta los avances sorprendentes en inteligencia artificial que replantean nuestras nociones de humanidad y creatividad, el mundo parece moverse con una velocidad que abruma, pero también inspira.

Los titulares no dejan de asombrarnos: los nuevos acuerdos climáticos, el incremento del diálogo sobre la paz en zonas de conflicto, el auge de las economías colaborativas, la afirmación del 2025 como el Año Internacional de la Inteligencia Emocional, el descubrimiento de avances científicos en salud que prometen extender la esperanza de vida, y los primeros pasos hacia la exploración comercial de Marte. Estos eventos no son solo noticias; son recordatorios de que estamos viviendo una era que exige grandeza, valentía y acción.

Sin embargo, entre el ruido y la velocidad de los cambios, ¿qué pasa con nosotros, con nuestros propios propósitos?

Año tras año, millones de personas en todo el mundo escriben sus metas en la víspera del Año Nuevo, cargando de significado cada deseo, cada palabra. Pero, con frecuencia, esos propósitos se desvanecen como fuegos artificiales al final de una noche: intensos, vibrantes, pero efímeros.

El 2025, si lo miramos desde la numerología, nos habla del número 9, un número que representa cierre de ciclos, culminación, sabiduría y servicio a los demás. Este es un año que nos reta a cerrar capítulos pendientes, a aprender de las lecciones pasadas y, sobre todo, a trascender.

En Inteligencia EDUCA, celebramos 10 años con ese mismo lema: «Trascender». Porque no se trata solo de existir, se trata de dejar una marca, de construir un legado.

Soñar es de valientes. No es un acto ingenuo ni superficial; es la declaración más poderosa de esperanza. Cada propósito que escribimos en esa lista, es una promesa que nos hacemos a nosotros mismos, un pacto con y para el futuro. Pero los sueños, por más hermosos que sean, no se construyen solos. Requieren acción, compromiso y la capacidad de levantarnos cuando tropezamos.

Hoy, quiero invitarte a no rendirte. Cada propósito, desde el más simple hasta el más ambicioso, tiene el poder de transformar tu vida si le das la importancia que merece.

Aprende a celebrar cada pequeño paso, porque el camino hacia un año perfecto no está hecho de grandes saltos, sino de mucha constancia.

Mientras el mundo sigue girando y los desafíos globales nos empujan a ser mejores, no olvidemos que nuestras metas personales son igual de valiosas. Construyamos un 2025 lleno de propósito, esperanza y acción.

Imaginemos juntos un año que, al mirar atrás, podamos llamar el mejor año de nuestras vidas.

Porque, al final, como decía Eleanor Roosevelt, el futuro realmente pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.

Y así, mientras el mundo despierta a un nuevo año y nosotros trazamos nuestras rutas personales, recordemos que los propósitos son como estrellas: guías en la inmensidad de nuestras noches más oscuras. No importa cuan lejos parezcan, su luz siempre estará ahí, recordándonos que soñar y luchar, son actos de verdadera valentía.

Hoy, hagamos un pacto: no con el tiempo, sino con nosotros mismos. Este será el año en que trascenderemos. Este será el año en que convertiremos nuestros sueños en una huella imborrable.

Gracias Padre.

*Rector de Inteligencia Educa y CEVER Siglo XXI
Creador del Modelo Inteligencia Educa y del Método Neuroimpact System