Por: Dr. Eduardo Carreón Muñoz*

Hay años que se deslizan como agua entre los dedos y otros que, con fuerza implacable, nos enseñan el peso de la vida. Este 2024 fue uno de esos años. Un año que nos retó, nos abrazó y, al final, nos dejó más sabios y fuertes.

El 2024 fue un año que desafió nuestra capacidad de asombro. Comenzamos con un inicio inesperado: fenómenos climáticos extremos que nos recordaron que el cambio climático no es un tema del mañana, sino una urgencia del presente. Huracanes como Iván arrasaron costas en América Latina, dejando a miles sin hogar, mientras que olas de calor histórico en Europa cobraron vidas y encendieron el debate sobre energías renovables.

La tecnología también marcó un antes y un después este año. Con el lanzamiento de la primera IA cuántica aplicada en la medicina, dimos un salto hacia curas más precisas para enfermedades como el cáncer. Sin embargo, también surgieron preguntas éticas que el mundo aún no sabe responder: ¿hasta dónde dejamos que la tecnología redefina nuestra humanidad? En el ámbito político, vimos a naciones unirse y dividirse. Los acuerdos de paz firmados en regiones como Medio Oriente renovaron la esperanza, mientras que conflictos en otras partes del mundo, como Ucrania y África Occidental, nos recordaron que la paz sigue siendo un sueño colectivo que debemos perseguir sin descanso.

Finalmente, la sociedad civil brilló. Desde los jóvenes liderando manifestaciones masivas contra la deforestación del Amazonas, hasta comunidades enteras reconstruyéndose tras desastres, 2024 dejó claro que el espíritu humano no se rinde.

Mirar hacia atrás siempre trae consigo un sabor agridulce. Perdimos personas valiosas, sueños quedaron en pausa, y otros tantos tomaron caminos inesperados. Sin embargo, entre las lágrimas y los suspiros, encontramos lecciones: que la vida no es una línea recta, sino una danza llena de giros y pausas que nos invitan a aprender. Este año, Inteligencia Educa cumplió 9 años, marcando un hito de resiliencia y compromiso con el conocimiento. Recordamos no solo lo que logramos, sino a todos los que nos acompañaron en este viaje: estudiantes, docentes, colegas y aliados. Cada paso, cada logro y cada desafío nos ha empujado a trascender.

2025 no será un año cualquiera. Será el décimo aniversario de Inteligencia Educa, un momento para reflexionar sobre lo que hemos construido y lo que está por venir. Pero más allá de nuestras paredes, el mundo necesita de soñadores con los pies firmes en la tierra y la mirada en las estrellas. Trascender será nuestro lema. No se trata solo de avanzar, sino de dejar huella, de mirar el cielo nocturno y saber que somos, cada uno de nosotros, una estrella en el vasto universo. Como diría Saint-Exupéry en El Principito, «lo esencial es invisible a los ojos». Es momento de enfocarnos en lo esencial: en el amor, en la conexión humana, y en la responsabilidad de cuidar este planeta y unos a otros.

Hoy quiero invitarte a cerrar los ojos por un momento. Piensa en lo que perdiste este año, pero también en lo que ganaste. En lo que te hizo caer, pero también en lo que te levantó. Permítete sentir la nostalgia, pero no te detengas en ella. Usa esa emoción como combustible para construir un futuro lleno de propósito. El año que viene será diferente porque nosotros seremos diferentes. Seremos más sabios, más valientes y, sobre todo, más humanos

Hoy brindo contigo, lector, por lo vivido y lo que vendrá. Por los desafíos que nos empujaron a crecer y por las alegrías que nos recordaron por qué vale la pena seguir adelante. Que 2025 sea el año en que, juntos, decidamos trascender. Porque al final, no se trata de cuántos años pasan, sino de cuánto dejamos en cada uno de ellos. ¡Feliz año nuevo!

Gracias Padre.

*Rector de Inteligencia Educa y CEVER Siglo XXI
Creador del Modelo Inteligencia Educa y del Método Neuroimpact System